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Los ecuatorianos somos los principales veedores de la consolidación de una nueva justicia



La justicia es la búsqueda del bien común y el pilar de las sociedades que viven en democracia, sin embargo, en nuestro país, por décadas fuimos testigos silenciosos de cómo este concepto fue degradado y despojado de cualquier sentido social.

La justicia se convirtió en sinónimo de inequidad o en lujo de unos pocos que tenían capacidad adquisitiva o relaciones políticas. Por ello, el Gobierno de la Revolución Ciudadana asumió el reto de repensar y transformar la justicia, recuperar sus principales fundamentos y ponerlos al servicios de todos y todas.

Así, en mayo del 2011 la inmensa mayoría de ecuatorianos le dijo SI al cambio, anhelando dejar atrás aquella justicia ficticia que era la muestra más clara de la injusticia. Y en septiembre del 2012, conforme lo aprobado en el referéndum del 2011, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs), convocó a la Veeduría Ciudadana para el proceso de selección de los cinco integrantes con sus respectivos suplentes para la conformación del Consejo de la Judicatura.

Y ya con un sistema judicial renovado y eficaz, con jueces probos, delegados mediante procesos transparentes y concursos públicos de méritos y oposición y operadores de justicia capacitados, la seguridad ciudadana se fortalece, el trabajo policial es más efectivo y una verdadera rehabilitación social es posible.

Pero para complementar este logro hacía falta un cuerpo penal claro y cohesionado, que establezca un nuevo modelo de justicia penal, que supere la caduca dispersión normativa y tipifique las nuevas conductas delictivas de afectación nacional, regional e incluso global, en concordancia con el pacto constitucional y basado en el respeto de los derechos humanos.
Así, en agosto del 2014, tras un arduo debate con varios sectores sociales, entró en vigencia el nuevo Código Orgánico Integral Penal (COIP). Y el mismo 2014 se puso punto final a un capítulo de desidia y abandono, y por primera vez se visibilizó a las y los internos que embodegados como cosas tras muros de olvido purgaban sus condenas.
Con recursos públicos y compromiso total, el presidente de la República, Rafael Correa Delgado, emprendió la transformación del sistema penitenciario del país.
Así, los miles de hombres y mujeres que fueron trasladados a los nuevos y modernos centros regionales de Rehabilitación Social de Guayas, Cotopaxi y Turi, en Azuay dejaron de ser el centro de la crónica roja para pasar a ser prioridad en los planes y políticas públicas del Estado.
Un nuevo cuerpo penal no solo garantiza la seguridad jurídica y ciudadana de nuestro país, beneficia a cientos de personas que fueron sentenciadas por posesión y tráfico ilícito de sustancias, en mínima y mediana cantidad (mulas de la droga),  quienes tras la respectiva audiencia, el exhaustivo análisis y la decisión de los jueces de garantías penitenciarias han obtenido su libertad, tras el cumplimiento de sus sentencias de acuerdo a lo establecido en el COIP.

Todos estos actos democráticos simbolizan el compromiso del Gobierno Nacional para sentar las bases de respeto absoluto a los derechos fundamentales y de una nueva justicia.

Y en este reto, el quehacer de las instituciones que conforman la Mesa de Justicia es fundamental. Ahora es posible desarrollar un trabajo coordinado, con el absoluto respeto a la independencia de los ámbitos de acción de cada entidad.

Los resultados de estos esfuerzos ahora son visibles. Con la puesta en marcha de acciones conjuntas, se logró disminuir significativamente el número de audiencias fallidas, del 29% en el 2012 al 4% en el 2014, pero estas cifras pese a ser optimistas no nos conforman y nos planteamos como meta llegar a menos del 2% de audiencias fallidas en el 2017.

Respecto de la caducidad de la prisión preventiva, tenemos resultados gratificantes. Mientras en 2008 hubo mas de 2000 caducidades, seis años después cerramos con 10 caducidades que representan el 1%.


Sin duda y ante la decepción de unos pocos nostálgicos del pasado que aunque les duela no pueden negar que son evidentes los resultados de la transformación de los servicios judiciales, hoy en Ecuador todos y todas tenemos derechos, y eso es Justicia.

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